martes, 4 de abril de 2017

Yo soy ... 


Todo empezó con una dinámica grupal de presentación. 
Al día de hoy, con casi 32 años me parece que es uno de los momentos más incómodos para el ser humano socialmente poco entrenado
Lejos de ser extremista en ese instante el contexto se vuelve desolador... Rápidamente, en medio de un grupo de extraños hay que seleccionar aspectos que reflejen una síntesis amable y bien lograda de quiénes somos. 
Para mi gusto un trabajo un tanto difícil y arriesgado entre esas caras nuevas. Insisto en este punto, tratar de contestarnos eso a nosotros mismos con la voz en off ya de por sí puede volverse terrible.
Pero ahí estoy, sentada al lado de otros, formando una ronda con pequeñas ráfagas de comentarios que aunque intermitentes son absorbidos por el silencio que nos envuelve.
Es así que pienso que la ausencia de sonidos entre desconocidos es otra forma eficaz de seguir incomodando al ser humano... 
Tenemos entonces un grupo, un tiempo y un espacio por afrontar. Inicia la dinámica como una carrera con obstáculos, se usa una pelota como elemento clave. 
Por qué debemos incorporar un elemento externo para hacer más atractiva la síntesis personal? 
Mientras tanto, me siento torpe buscando palabras que se ajusten más o menos a lo que ni siquiera yo sé qué quiero contar.
La suerte está echada, comparo los dichos de los otros y extraigo algunos datos aportados que  me aproximen a armar un vago resumen de lo que no puede faltar cuando me toque el turno de cargar con la pelota...
Memorizo la secuencia: recibo la pelota, hablo y la paso. Parece fácil, aplicar un mínimo de destreza física para tener la pelota y atravesar ese momento en el que todo se suspende y se sostiene a partir de mi relato, con el agravante de varios pares de ojos mirándome y yo sin saber dónde fijar la vista.
Todavía no es mi turno pero hay algo que se repite. Aparecen personajes revestidos de trajes que les quedan muy grandes al cuerpo.
Hay algo muy extraño, ridículo y deplorable en presentarse usando títulos. 
Desconfío de todo aquel que se planta tan resuelto y su primera frase es: "Yo soy... poeta y tengo una revista, también recito poesía"...
Por qué hay que chapear frente a otros con lo que se porta a medias? Con algo que tal vez tomamos prestado por un tiempo en nuestras vidas e incluso hoy puede haber perdido vigencia... 
Qué necesidad tremenda se nos juega en reconocernos dentro de no mas que una categoría? ...
Por qué para hablar de uno mismo, algunos se valen de una identidad hacedora? Sos lo que hacés? 
Será que me cae mal tanta pedantería, como también la falta de  humildad de reconocerse simplemente como alguien con apetitos de arte que me atrevo a bosquejar este texto en mi cabeza mientras espero la inminencia del momento en que caiga en mis manos, la pelota... 






lunes, 3 de abril de 2017

En tiempos de ojos ansiosos y bocas secas.


¿Seguimos por acá?


Eran dos convirtiéndose en tres. 
Ella con su voluptuosa panza sostenía la tapa de un contenedor de basura mientras él, desde el interior, revolvía inútilmente los residuos.
No había ahí, nada para ellos. Lo entendieron, como quienes aceptan sin vueltas, la frustración común de los últimos días...

No había qué juntar, ni había qué comer. Estaban viviendo atrasados con la necesidad urgente de ayer y de hoy mezcladas, repitiéndose, a su vez, con la de mañana.

Por fin tomó aire y le preguntó como si ella fuera su guía espiritual: "¿seguimos por acá?" 

Así los vi irse, acomodándose el ánimo desencajado y la ropa desvencijada.

Gastando los pasos, avanzando sin dirección.