Mojar el aire
para arrancarte el capricho.
Delinear así,
los vértices de tus huidas,
de tus hazañas,
de tu locura sin freno
y de tu freno sin margen.
Una alarma encendida,
un chillido que late,
una figura poco dócil e inconstante.
Como quien se empecina
en el rebusque diario
de las cosas,
merodeás las esquinas
y arremetés con los dientes
las horas ciegas de la noche.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario