Degustación
Con la caída libre de las horas
preparan la escena.
Aquellos dos cuerpos danzantes,
despojados y exuberantes;
con sus figuras enroscadas,
los músculos en tensión,
los poros dilatados
y la sangre mezclada...
Amordazan el deseo
con respiraciones apretadas,
húmedas, fatigadas...
La carne queda acorralada,
vibra, resuena
pariendo ecos de disfrute.
La jugosa desnudez los derriba
y con sus lenguas revueltas
se hunden
para acariciar la delicia.
La conquista placentera de saberse suyos.
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